Hace algunos días realizamos una rápida encuesta en Linkedin, nada programado, sino completamente espontáneo y aleatorio.

La pregunta fue “en momentos de ajuste económico, o de apriete de cinturón, definitivamente conviene:

No capacitar, es un gasto: 4%

Invertir en capacitación: 63%

Capacitar en lo más básico: 34%

Total de la muestra: 161 votos

Una grandísima mayoría de los respondentes, prácticamente un 96% opinó que sí se debe capacitar. No solo eso, un 64% que se debe invertir en capacitación. Leamos una frase de, señor Derek Bo, ex presidente de la Universidad de Harvard: “Si cree que la educación es cara, pruebe con la ignorancia”.

En tiempos de incertidumbre económica y recortes presupuestarios, es tentador recortar gastos y reducir inversiones en capacitación. Sin embargo, la conveniencia de capacitar, incluso en épocas de “apriete de cinturón”, es innegable. Esta inversión estratégica puede marcar la diferencia entre la supervivencia y el crecimiento de una empresa. Veamos cómo:

Primero, la capacitación continua es fundamental para mantener a los empleados actualizados y competitivos en un entorno laboral en constante evolución. Las nuevas tecnologías, regulaciones y tendencias de la industria exigen que las personas adquieran habilidades actualizadas para seguir siendo relevantes. Ignorar esta necesidad puede llevar a la obsolescencia de habilidades y limitar la capacidad de una empresa para adaptarse a los cambios.

Además, la capacitación fomenta la lealtad y el compromiso de los empleados. Cuando las empresas invierten en el desarrollo profesional de su personal, los empleados se sienten valorados y motivados para contribuir al éxito de la organización. Esto puede mejorar la retención de talento y reducir los costos asociados con la rotación de personal (o de licencias médicas).

La capacitación también puede aumentar la eficiencia y la productividad. Los empleados capacitados son más capaces de realizar sus tareas de manera efectiva y eficiente, lo que puede conducir a una mayor calidad de productos o servicios y, en última instancia, a un aumento en las ventas. En un momento en el que cada centavo cuenta, esta mejora en la productividad puede marcar una gran diferencia.

En el contexto de la transformación digital y la automatización, la capacitación se convierte en un imperativo. Las empresas que invierten en desarrollar habilidades digitales en su personal están mejor posicionadas para aprovechar las oportunidades que ofrece la tecnología, en lugar de ser víctimas de la disrupción.

En resumen, aunque pueda ser tentador recortar gastos de capacitación en tiempos de ajuste económico, esta decisión puede resultar costosa a largo plazo. La inversión en el desarrollo de habilidades y conocimientos de los empleados no solo contribuye al éxito presente, sino que también sienta las bases para un futuro más sólido. En última instancia, la capacitación es una estrategia inteligente para navegar por las aguas agitadas de la economía actual y asegurar un crecimiento sostenible en el futuro.

Como conclusión, nos quedamos con la frase de Henry Ford “solo hay algo peor que formar a tus empleados y que se vayan…. No formarlos y que se queden”.